Colombia tiene armas rusas en desuso que el presidente, Gustavo Petro, se niega a entregarle a Ucrania para que ese país las use como método de defensa en la guerra contra los rusos que se libra desde hace casi un año por la invasión.
El argumento del mandatario es que, si bien él dice no estar a favor de ninguno de los bandos, el papel de Latinoamérica ante el mundo debe ser el de la paz y por ese pretexto no debería estar dando herramientas para continuar un conflicto.
El Estado cuenta con material de guerra ruso que adquirió en el marco del conflicto armado interno para combatir grupos como la extinta guerrilla de las Farc y el ELN. Pero esas herramientas tienen problemas de sostenimiento porque, afirma el Ejecutivo, la asistencia es imposible para arreglarlas.
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Entonces, Estados Unidos le pidió ceder ese armamento a Ucrania como una alternativa para solucionar la cuestión del mantenimiento de esos elementos, una determinación que Petro negó tajantemente.
La posición de Palacio es que “América Latina en lugar de estar jugando en qué bloque queda, lo que se debe exigir es la paz y que se creen los diálogos pertinentes para que la guerra se acabe. No estamos con ninguno estamos con la paz, por eso ninguna arma rusa que está en nuestra tierra va a ser usada en ese conflicto”.
La jefa del Comando Sur estadounidense, la general Laura Richardson, habría entrado en contacto con nueve países latinoamericanos para dialogar entorno a una posible transferencia de armas a Ucrania.
El Ejército estadounidense está buscando servir de puente entre la región y las Fuerzas Armadas ucranianas para darles más insumos de guerra, un paso que ya han seguido actores como la OTAN, la Unión Europea y Reino Unido en este tiempo de guerra, pero que es un asunto nuevo para los latinoamericanos.