La polémica decisión de Chía

La polémica decisión de Chía

  • La iniciativa se debe al alto volumen de camiones que congestionan la vía
  • El alcalde Leonardo Donoso debería buscar la concertación o la ayuda de la autoridad nacional
  • Esta medida que busca garantizar la movilidad, en el fondo refleja las consecuencias de lo que ha sido el desarrollo urbanístico del municipio

No deja de sorprender la decisión del alcalde de Chía (Cundinamarca), Leonardo Donoso, de restringir el flujo de vehículos de carga de más de 3 toneladas por la avenida Pradilla, entre 6 a. m. y 8 p. m. Solo podrán hacerlo de noche o en la madrugada. La iniciativa se debe al alto volumen de camiones que congestionan la vía, lo que genera trancones y protestas ciudadanas.

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Y no deja de sorprender porque se trata de una medida que, si bien busca garantizar la movilidad, en el fondo refleja las consecuencias de lo que ha sido el desarrollo urbanístico del municipio, vecino de Bogotá, con una extensión de 76 kilómetros cuadrados y 124.000 habitantes. Chía, Cajicá, Zipaquirá y Sopó registran índices de crecimiento considerables en las últimas décadas, fruto de nuevos usos que se le han dado al suelo y han facilitado la instalación de industrias, viviendas, comercio, universidades, etc.

Decisiones que no tuvieron en cuenta la importancia de la infraestructura vial y derivaron en una explosión sin antecedentes del parque automotor, incluido, por supuesto, el de carga. Todo, en aras de insertarse en la dinámica de la capital y consolidar sus nuevas vocaciones económicas, como lo advierte un estudio del programa Sabana Centro.
 
Un ejemplo que ilustra lo anterior es que mientras el 12 por ciento de los viajes que a diario se realizan desde Tabio tienen como destino Bogotá, los de Chía representan el 26 por ciento. Y seis de cada diez de ellos se hacen en carro particular, seguidos del de carga (26 por ciento).

Lo grave del asunto es que las alternativas que ofrece el alcalde Donoso son peores: que los camiones transiten por la calle 13 o la 80, corredores que, como se sabe, colapsaron hace rato. O, peor aún, les traslada el problema a sus vecinos de Tabio, Tenjo y Cajicá, para que el tránsito se dé por sus vías.

Las determinaciones del alcalde –que son válidas– no pueden convertirse en dolor de cabeza para otros. Al menos debería buscar la concertación o la ayuda de la autoridad nacional, a la cual le cabe parte de la responsabilidad por estos cuellos de botella en los accesos a los conglomerados urbanos.

Fuente: Editorial de El Tiempo

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