El incremento de vendedores informales ocupando espacio público en Zipaquirá es evidente, provocando situaciones inquietantes en el comercio formal y en algunos ciudadanos, quienes expresan que este tipo de ventas generan inseguridad, en especial en el centro histórico del municipio
La ciudad Salinera de Colombia geográfcamente se encuentra ubicada en un privilegiado lugar, circundante a grandes industrias y un pujante comercio generado por La Catedral de Sal, sin embargo, el número de vendedores en las calles va en aumento, dejando numerosas pérdidas en el comercio formal.
Según el Observatorio del Mercado del Trabajo de Cundinamarca – ORMET para el 2014 Sabana Centro, tuvo participación laboral del 51%, tasa de ocupación de 42%, y desempleo del 15%. Para el 2014 Sabana Centro registraba incremento en el empleo informal, el tiempo promedio para que un habitante de esta región obtuviera una vacante estaba en el rango de aproximadamente seis meses, haciendo que muchos de ellos recurrieran a oficios informales.
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Zipaquirá no ha sido ajena a esta situación, si bien la tasa de desempleo en el municipio es baja en relación a otras ciudades del país. También es importante precisar que parte de estas ocupaciones de “rebusque” obedecen a pequeños negocios (tiendas, bares, restaurantes papelerías, entre otros) que terminan constituidos en garajes y locales ubicados en zonas residenciales.
Por otra parte, el trabajo informal se ha establecido como un medio fácil y eficaz para sobrellevar y mantener la calidad de vida de muchas familias zipaquireñas que no consiguen empleo, ya sea por su edad, falta de experiencia o en muchos de los casos, las vacantes están siendo mal remuneradas y ven en el espacio público una oportunidad de ingreso.
Pilar Idrobo, trabaja en las principales calles del municipio hace 14 años, durante este tiempo, reconoce que la venta informal se ha incrementado y el desorden es evidente. También es secretaria y miembro de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Zipaquirá “Asovaz”; organización que busca garantizar los derechos de las personas que ejercen oficios informales en el municipio.
¿Invasión al espacio público o derecho al trabajo?
Zipaquirá se ha visto afectada por el aumento de venta informal, vías como la carrera décima, la quince y zonas circundantes al Hospital y Plaza de Mercado son puntos vulnerables en donde el incremento no solo afecta la percepción de seguridad de los ciudadanos sino también, el detrimento de las ventas en el comercio formal que exige a la administración municipal la regulación de este tipo de negocios.
Según el censo que viene realizando la Secretaría de Gobierno y la Asociación de Vendedores Ambulantes de Zipaquirá “Asovaz”, hasta el momento están caracterizados 360 vendedores informales que pertenecen al municipio. Se espera con esta sistematización se tomen medidas drásticas frente a los vendedores que no son oriundos. El Coronel Felipe Valencia, Secretario de Gobierno, es enfático en el respeto de los derechos de cada una de las personas que trabajan en la informalidad y busca que a través del diálogo y consenso, se generen proyectos productivos para esta población. En consecuencia, se han generado cursos, capacitaciones y procesos de formación para este sector, incentivando la legalidad de sus oficios.
El verdadero problema
Un grupo de vendedores informales de Zipaquirá, resaltan que quienes hacen desorden e invaden el espacio son los comerciantes provenientes de Bogotá, muchos de ellos incluso son población extranjera que pide limosna o los llamados “ecuatorianos” vendedores de ropa que hacen clara competencia desleal a los almacenes del centro histórico, que además de generar malestar en el comercio local, también han provocado que los comerciantes informales del municipio sean desplazados de sus lugares de trabajo, afectando la economía familiar de estas personas.
Finalmente, los vendedores informales del municipio a través de “Asovaz”, buscan proteger su medio de subsistencia, y que las autoridades policiales regulen las ventas callejeras. Esta población no busca afectar la economía formal del municipio y por el contrario, contribuir al desarrollo de este, reconocen que si bien invaden el espacio público, también es claro que es su única fuente de ingresos para sostener a sus familias.